GEOLOGÍAS SAGRADAS
Rosario López
Materia, fuerzas y representaciones
Una roca sobresale en la inmensidad de una llanura. En la distancia se percibe como un objeto de gran escala, pero el sentimiento es de un espacio infinito que emerge de la superficie en solo una porción de su masa, es la fuerza de lo telúrico afectando la percepción.
Su desnudez al sol es intrigante, es un absoluto donde no hay intermedios, es puro tiempo que se ha vuelto materia. Su piel construye un continuo topológico de accidentes, grietas, y capas geológicas que son la memoria de esta temporalidad.
Las culturas indígenas que la custodian entienden la roca como un espacio sagrado: “la morada de los dioses” 2 , para ellos la roca existe en otra temporalidad continua entre pasado y presente. Lo sagrado está en el todo, pero también en las partes que conforman los lugares sagrados de la espacialidad de esta estructura natural. Y entonces, allí, frente a la roca, surge la pregunta ¿Cómo pueden dialogar estas nociones desde un arte que hace parte de un sistema de pensamiento occidental?
La artista observa y piensa, busca puntos de encuentro, asume su rol. Lo entiende críticamente desde la representación como una larga tradición que se sustenta en un amplio sistema de control de los imaginarios del territorio erigidos a partir del conocimiento científico, su descripción y su representación.
¿Cómo entender lo mítico en la roca? Su pregunta parte de intangibles como lo son muchos de los problemas del arte. El paisaje nos conmueve desde lo visual, lo sublime es para nosotros lo sagrado, lo es también lo topológico de las estructuras geológicas, el movimiento y las fuerzas de lo natural materializados en un continuo formal; la matemática, el barroco y el pliegue. De la misma manera la roca es estructura y arquitectura, es espacio decodificado, es escultura.
En el desarrollo de la obra se problematizan las anteriores preguntas; en ella no se hace una reconstrucción de las fuerzas naturales determinantes de lo geológico, son operaciones que construyen un conjunto de reglas que emulan las acciones de una fenomenología de lo natural pero que se operativizan desde lo escultórico.
Las afectaciones de la materia conducen a la abstracción del paisaje y a un espectador intrigado por las posibilidades de reconocer este territorio representado a partir de las derivas morfológicas de los materiales. Lineas de fuerza como pesos, plomadas, cuerdas configuran otras abstracciones de este paisaje que moldean ejes de recorrido, patrones de marcación del territorio representado y geometrías ficcionadas que construyen topografías.
Diferentes capas de fragmentos construyen la ficción de aproximación al paisaje como una totalidad representada. En una suerte de localización, el encuadre fotográfico dispone un escenario de capas en las que el espectador tiende a armar su propia idea de paisaje.
La escultura ayuda a recomponer las relaciones fragmentadas del espectador entre el espacio real y el representado a partir de geometrías inventadas que ayudan a traducir el territorio que se va a recorrer a partir de horizontes y planos que se insertan dentro de la tradición de representación del paisaje.
Curador: Carlos E. Betancourt
Inaguración: 21 de Octubrede 2019